Autódromo Rivera a pico, pala y dinamita

Poster oficial del evento del 9 y 10

Se acerca la reinauguración del Autódromo Eduardo P. Cabrera. Muchos de quienes hoy estamos en el automovilismo llegamos a vivir aquellos momentos pletóricos de automovilismo con las épicas batallas del Turismo Frontera con don Edmundo Larratea (padre de Fabricio) encabezando la avanzada uruguaya ante los poderosos brasileños casi todos provenientes de Río Grande do Sul.

Era un automovilismo tan pasional, tan aguerrido pero a la vez en un autódromo de diseño muy especial que no tardó en ganar popularidad en el automovilismo mayor uruguayo y hacia allá fueron por una ruta 5 en algunos largos tramos de balastro, varios consagrados pilotos de la capital.

Y entonces el autódromo de Rivera escribió páginas de gloria con justas deportivas inolvidables rodeadas siempre de un marco de público bullicioso, donde predominaba el samba y la fresca caipirinha.

Una época inolvidable donde quienes tuvimos la chance de vivirla, era ya parte del folclore tomar la Onda en Plaza Libertad antes de la medianoche y amanecer en la terminal de Rivera donde siempre estaban al pie del cañón, un representante del Auto Moto Kart Club Rivera Livramento para ponerse a las órdenes y de inmediato trasladarnos al hotel, por aquel entonces (década de 1980) referente, Hotel Casablanca sobre la calle Sarandí. Todavía suena en mi cabeza el eco de los altavoces de la vieja y querida Onda: “primer coche con destino a la ciudad de Rivera, coche número 132 estacionado frente a la sección encomiendas…”. Momento en el que había que deglutir rápido la media luna calentita porque el ómnibus se iba. Recuerdo, además, primera parada en Las Piedras. De Plaza Libertad a Las Piedras, más de una hora…

Imposible olvidar el paseo de los autos de carrera en sus trailers el sábado a la noche por la calle principal. Imposible olvidar como se paraba el espectáculo de carreras para que el público, en caravana, cruzara por plena recta principal para buscar su lugar en el sector interno del autódromo. No paraban de entrar, ni de ensuciar de tierra la pista. No importaba.

Tampoco se me borra de la mente aquella última carrera de larga duración de carácter nocturno con los focos de los Turismo Frontera iluminando hacia el más allá y a don Edmundo Larratea dejando su huella imborrable en la pista como el último ganador antes del cierre definitivo del escenario ya muy venido a menos.

Hasta el Rally 19 Capitales pasó por el Eduardo P. Cabrera de Rivera con los exitosos Ford Escort RS 2000, alarde de un automovilismo uruguayo emparentado con el mundo.

Hoy son otros los Larratea. Ya no estarán el “Vasco” Sehabiague y su impactante Morris pero -ojalá- estarán los Pessina”s como herederos de aquellos Turismo Frontera que derrochaban potencia por sus poros, en muchos casos, de la mano del incipiente Oreste Berta.

Vaya éste nuestro sencillo recuerdo ante esta inminente reinauguración de un autódromo que fue indiscutidamente referente en la región y de paso, una linda reseña histórica del proceso que llevó a la construcción del escenario riverense extraído de la página oficial del autódromo.

MARIO ROSA

A PICO, PALA Y DINAMITA

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