El Brexit y un duro golpe al sector automotriz

 

indust.El éxito del Brexit, va a poner las cosas muy difíciles a muchos mercados de peso y referencia, entre ellos el del automóvil, que además tiene una profunda entidad para la economía del Reino Unido y de Europa, con la que hasta día de hoy existía una simbiosis cuasi perfecta – dijo el diario español ‘La Vanguardia’ en un análisis sobre el impacto que tendrá la polémica decisión vía referéndum en la industria del motor.

Económicamente hablando, el peso de la industria automovilística del Reino Unido se cifra en una facturación aproximada de 100.000 millones de euros, cerca de 800.000 puestos de trabajo directos e indirectos y una producción continua en el territorio británico de más de un millón y medio de vehículos, de los que cerca del 85% están destinados para la exportación a Europa y todo el mundo.

Tras el Brexit, sobre el papel y con un escenario radical, Gran Bretaña debería asumir las reglas de la Organización Mundial del Comercio.  Esto le supondría aceptar unas trabas arancelarias del 10% para las exportaciones y del 4% para la importación de componentes, que supone una parte muy importante de la fabricación de coches en aquel país y eso, inevitablemente, complicaría y encarecería el producto final, el automóvil.

Pocas son las marcas completamente británicas.  De hecho McLaren, Aston Martin y las más artesanales Morgan y Caterham son los únicos representantes de la “Union Jack” y, en su suma, apenas tienen un peso específico en el mercado.

Más preocupación despiertan esas otras marcas internacionales que tienen sus fábricas repartidas por todo el Reino Unido y que en algunos casos concentran la producción de un único modelo.  A esto hay que sumar el agravante de que gran parte de sus piezas, como los motores, cajas de cambio, neumáticos etcétera, provienen de otros países y por tanto, ahora se podrían considerar elementos de importación.

Tal vez el ejemplo más flagrante sea el de Nissan, que tiene en este país la producción de un líder de ventas como el Qashqai.  Prácticamente todos los Qashqai que se venden en Europa salen de las líneas de montaje de la planta de Sunderland, por lo que cualquier cambio en materia de tasas afectará directamente al precio final del producto.

Pero la cosa no acaba aquí para Nissan porque, en su momento, la marca apostó por que su modelo eléctrico Leaf también se fabricara en Sunderland (ganando a la factoría de la Zona Franca de Barcelona).  Por cierto, esta apuesta que ahora se intuye un tanto arriesgada, incluye tanto el propio ensamblaje del modelo, como la compleja fabricación de sus baterías eléctricas.

Otro gigante que está a la espera de las decisiones entre el Reino Unido y Europa es Toyota que, además de fabricar modelos como el Avensis o el Auris en sus versiones de motor térmico convencional e híbridas en la población de Derbyshire, tiene una segunda factoría en Gales dedicada en exclusiva a la fabricación de motores gasolina.

Otro popular vehículo que se construye en Inglaterra (Ellesmere) es el Opel Astra que, aunque no se fabrican todas sus versiones, si lo hacen las carrocerías de cinco puertas y familiar por lo que tienen una importante presencia en el mercado.  Además, Opel cuenta con una segunda planta (Luton) donde se hacen las furgonetas Vivaro.

El mismo problema tiene BMW, que monta los exitosos Mini y su variante Countryman en Oxford, y que de repente va a ver como sus productos pueden recibir una carga impositiva bastante importante.

Curiosamente el Grupo Volkswagen solo puede ver hipotecada su marca de lujo Bentley, que tiene una factoría en Crewe.  Aunque dado el precio de sus productos y la naturaleza de su público, un ligero incremento de tasas no les afectará excesivamente.

Jaguar y Land Rover son marcas de sede británica, aunque la matriz sea la india Tata, pero no están menos preocupados por la situación que el resto de compañeros de tablero.  La salida de la Unión Europea podría frenar de golpe el excelente crecimiento que están teniendo sus productos en los últimos tiempos, tanto en Europa como en el resto de mercado mundial.

Así pues, la decisión tomada por los británicos esta semana puede suponer un duro golpe tanto para la economía interna del país, como también para las numerosas marcas que operan en aquel territorio.  Todo dependerá de los pactos que se alcancen con la Unión Europea en materia de importación y exportación y que, según los expertos, podrían durar cerca de dos años.  Dos años de incertidumbre y de, en algunos casos, capacidad para reaccionar a nivel industrial y político.

Pero por la cuenta que nos trae, seguro que se llega a un pacto más adecuado para todos, pues no sólo hay intereses británicos que se pueden ver perjudicados con ello, sino también a nivel europeo y del consumidor directo, que al final somos todos nosotros” – finaliza el reportaje del diario.

Fuente: La Vanguardia, España

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