El Príncipe Saudí, el petróleo y el avance alternativo

Cuando hace unos días leía sobre los vehículos eléctricos, a raíz de mi visita al Salón de Shanghai, obvtuve mas datos para mi teoría conspirativa de cómo se impusieron los motores de combustión interna. Sí, es que la historia muestra que primero fue el  motor a vapor, mas tarde a gas, luego con aire comprimidio, el eléctrico y último, el motor a explosión. La pregunta es cual fue la causa de que el motor eléctrico quedara tan rezagado respecto al que finalmente triunfó y que hoy es motivo de desvelo de todas las automotrices del mundo.

Es que ya no queda ninguna que no busque caminos hacia energías alternativas, en aras del cuidado del medio ambiente, pero, por sobre todo por los altos costos del petróleo. ¿Pero porqué hemos llegado hasta acá?

La respuesta, a través de un siglo desde que con el motor de arranque Henry Ford comenzó a popularizar al automóvil a nafta-gas oil, no es otra que el juego de intereses, y entre ellos el de las petroleras, ya que en un rápido sobrevuelo histórico uno cae en cuenta del poder de las grandes empresas, en un tiempo “las Siete Hermanas”,  y como al imponer a este combustible, depararon una dependencia con los países productores del oro negro.

Unos dicen que fue un francés, otros que fue un tal Robert Anderson, pero la fecha es por el 1830, y uno de los ejemplos fue el de este escocés que consiguió mover una locomotra a 6 kilómetros por hora. Por 1835, Anderson inventó el primer carruaje eléctrico, con una batería no recargable y todo comenzó a verse mas claro.

Ya por el 1900 los eléctricos eran los mas vendidos y fue en 1899 cuando uno de ellos, llamado el “Jamais Content ” o “el nunca feliz” superó por primera vez los 1oo kilómetros por hora, instaurando un nuevo récord de velocidad.

¿Que pasó de allí en más con los autos eléctricos? Y…muy poca cosa, para tantos años que transcurrieron con la industria automotriz embelezada con el motor a combustión interna. ¿Como no estarlo? El precio de la nafta era ridículo -frente a hoy- y a nadie se le ocurría cuestionar la problemática de los gases que emanaban por los escapes.

Fue a comienzos de los setenta cuando la crisis petrolera que el mundo comenzó a darse cuenta del grado de dependencia creado alrededor del petróleo y en definitiva petroleras y países productores comenzaron a tener las riendas de la movilidad global.

El escritor Jose Antonio Gomez Fuentes dijo al respecto: “… las limitaciones del sistema se pusieron de manifiesto bruscamente con las dos crisis del petróleo que sufrió el mundo industrial en 1973 primero (Guerra del Yom Kippur) y en 1979 (toma del poder del Ayatollah Jomein en Irán). El proceso de expansión de los países industriales avanzados tuvo en 1973 su punto de inflexión, pues el aumento de los precios del petróleo provocó una marcada contracción de la actividad económica en todos los países industriales. Desde 1975 la mayoría de los países desarrollados experimentaron por primera vez una disminución de su producción desde 1945. Al mismo tiempo, el crecimiento de los gastos petrolíferos disparó la inflación y provocó un deterioro considerable de las balanzas de pagos”.

Veinte años después, en 1990, cuando filmamos la primera edición de Objetivo: Salón de París, sólo había un automóvil eléctrico (tengo el tape de entonces) y era mas que nada una curiosidad, algo muy lejano, pero fue justamente en ese año cuando Sony Corporation y Nissan anunciaron la aplicación de las baterías de litio como fuente energética, abriendo mas el juego, sobre todo en una materia que aun no tiene suficiente solución: la autonomía del auto eléctrico.

Al regresar de Shanghai las cuentas son claras. El 73% de las marcas presentes expusieron al menos un vehículo eléctrico o híbrido, para un mercado que en 2010 fue alrededor de cinco millones de unidades, apenas el 7% del total de vehículos vendidos globalmente, pero una cifra impensable pocos años atrás. Es más, las prestaciones de varios deportivos eléctricos son fantásticas.

Visto esto, me cuesta entender que ha pasado con el lobby de las  grandes petroleras, con la OPEP, en fin con todos aquellos que durante tantos años ejercieron el control del mercado energético de la movilidad mundial.

¿Es que no pudieron contra el avance de la energía alternativa? ¿Se dejaron estar?

Bueno, creo que las dos cosas y basta con citar lo que ha pasado hace un par de días cuando el Príncipe saudí Al Waleed bin Talal apareció en CNN (el programa de Faredd Zakaria) para decir que en su opinión el precio del barril, actualmente en los 102 dólares, debia bajar al entorno de los 70 u 80 porque “no queremos que Occidente siga buscando energías alternativas. Es muy claro que cuanto mayor el precio, mayores incentivos darán ellos para encontrarlas…”

El Príncipe está genuinamente preocupado pues los cimientos del imperio creado alrededor del petróleo han comenzado a vibrar, por ahora muy levemente. Pero ya hay unos cuantos indicativos que anticipan un terremoto: las inversiones que impulsan norteamericanos, europeos, japoneses y chinos -y hablo de sus gobiernos- para apurar a los vehículos híbridos, eléctricos, a hidrógeno, en fin y la toma de conciencia definitiva de que por sobre esa independencia que se lograría, y el posible abatimienteo de los costos, está la generación de vehículos amigables con un medio ambiente que, en la actualidad y en ciudades como México, Beijing y muchas otras, dejan como consecuencia un aire irrespirable.

El Príncipe pecó de sinceridad, pero dijo algo a ser atendido por los responsables petroleros del mundo. El factor precio es muy importante (que nos lo digan a nosotros, que no tenemos ni una gota y todo lo importamos) y las investigaciones y sus resultados ya no son declaraciones de intenciones políticas, de esas que dificilmente se concretan. Esto es muy tangible y aunque lleve unos cuantos años es muy cierto que caminamos -o mas bien conducimos- rumbo a otro mundo en materia energética.

El pobre Príncipe tiene algo mas a perder que unos cuantos trillones. Si, es cierto, ya son dueños de medio mundo, pero lo que les será difícil de digerir es que por codicia hayan echado a perder el mejor negocio del siglo XX.


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