La colección privada de autos de José Luiz Gandini

La pasión es un sentimiento que mueve a las personas, sea en el rubro que sea. Lógicamente, que el rubro automovilístico tiene mucho de pasión y también de cariño. Cariño hacia el trabajo, y  hacia el elemento que mueve nuestro trabajo: los automóviles.

José Luiz Gandini es un hombre apasionado en lo que hace, y a su vez, destina parte de su cariño a los automóviles. Gandini, como señalamos en la nota de las pruebas que hicimos en San Pablo, es el propietario del Grupo Gandini, representante de Kia para Brasil y Uruguay, y a su vez, un entusiasta del rubro.

En medio de nuestro viaje por la capital paulista, nos enteramos que Gandini poseía una gran colección de autos clásicos, y consultamos si sería posible conocerla. Tras las gestiones por parte de la gente de Kia que nos acompañaba en el viaje, Gandini accedió a abrir las puertas de su garaje, precisamente de su casa, pues es allí donde posee parte de los vehículos. Y hasta allí nos trasladamos.

Gandini junto con el primer Impala restaurado.

Poco menos de 15 minutos de viaje en camionetas de Kia hasta llegar a la puerta del barrio Terras de São José, en donde el personal de seguridad ya había sido alertado de nuestra presencia. Pasamos la barrera y nos acercamos a la casa de Gandini. Allí nos estaba esperando el propio Gandini, Dino Arrigoni, vicepresidente de Kia do Brasil, y Rodrigo. Detrás de ellos, un garaje cerrado por puertas de vidrio, y en su interior, 16 autos clásicos perfectamente estacionados.

Más que un garaje es un museo, y más que un museo es un garaje. Si bien la frase puede confundir, es así. Los autos lucen inmaculados, en un ambiente climatizado las 24 horas con temperatura y humedad controladas, apoyados en trazos de moquete sobre un piso blanco impecable, y con protectores plásticos debajo de ellos para evitar manchas de algún fluido.

Pero lo que parece un museo no lo es, pues todos los autos que allí descansan salen “a tomar aire” al menos una vez por semana, en manos de Rodrigo, encargado del mantenimiento del lugar y de “darles un paseo”, o del propio Gandini. Por lo tanto, no se trata de un museo propiamente dicho. Pero tampoco de un garaje. Fotos, libros con la historia de cada auto y su proceso de restauración, una rockola, y una heladera de refrescos de época ambientan el lugar, como trasladándonos hasta la década del 60, en Estados Unidos. Es que los autos que allí abundan son los Cadillac y los Corvette, además de los Impala.

“Mi preferencia son los convertibles. Cadillacs y convertibles” nos adelanta Gandini apenas entramos al garaje, mientras pone música y nos ofrece un refresco.

El propio Gandini nos hizo un repaso por la historia de sus autos.

“Esto es una hobbie, una pasión, que comenzó cuando compré un Cadillac Eldorado de 1974” continuó Gandini, quien hizo la compra en 1998. De todos modos, el auto que primero restauró fue un Impala de 1961, que compró en 1996 para regalárselo a su padre, quien tuvo uno en la juventud.

“El auto estaba tapizado en azul, pero el que tenía mi padre era con tapizado rojo y blanco. Yo quería que fuera idéntico al que tenía”. Pero su padre, años más tarde, se lo regaló nuevamente a él, por lo que también descansa allí.

A la izquierda del garaje encontramos Cadillacs Eldorado de los años 55, 56, 58, 59 y 60, cerrando la lista una BMW Isseta, “que fue el primer auto construido en Brasil, en 1958”. En el fondo está un Panhard de 1927 y un Cadillac Fleetwood con historia propia. A la derecha, dos Eldorado más, de 1963 y 1974, seguidos por dos Impala, uno SS de 1966 y el que le regaló a su padre, de 1961. Completa la fila un Pontiac Transam de 1975.

En el medio, el primero de la fila es un Corvette de 1961; le sigue un Ford Thunderbird de 1956  y otro Corvette Sting Ray de 1963.

En total Gandini tiene 42 autos clásicos, de los cuales 16 yacen en el garaje, acompañados de una moto Honda idéntica a la que José Luiz Gandini tuvo en su juventud.

“Primero fui comprando los Cadillacs hasta 1960. Me faltan de los años 1954 y 1957. Estoy haciendo 4 en este momento, de los años 58, 60, 63 y 74”.

El Cadillac Fleetwod en el que secuestraron al Embajador de EE.UU.

“Encontré una empresa en Curitiba que es la que me hace los trabajos, los que demoran aproximadamente dos años por cada auto” nos comenta Gandini, quien nos dice además que es “muy difícil conseguir esos autos en Brasil, sobre todo en buen estado”, para luego ser restaurados.

Además de los Cadillac, Gandini posee en su colección autos con historia. “Tengo la primera Brasilia construida, el último Fusca, el último Passat, que ni siquiera rodó en la calle, de 1993. Además tengo, en Uruguay, el primer Kia Bongo construido” confiesa con orgullo su feliz propietario.

Pero sin dudas el auto con más historia que está en su casa es el Cadillac Fleetwood que está al fondo. Se trata del auto que trasladaba al embajador de Estados Unidos en Brasil, Charles Burke Elbrick, el 4 de septiembre de 1969, fecha en la que fue secuestrado por los movimientos  ALN (Acción Libertadora Nacional) y MR-8 (Movimiento Revolucionario 8 de Octubre).

El por entonces embajador fue secuestrado en Rio de Janeiro para ser “canjeado” por 15 presos políticos, entre los que se encontraba José Diceu, fundador del PT brasileño, que a la postre fuera el hombre fuerte del gobierno de Lula, y que actualmente se encuentra en medio de un escándalo por corrupción en el país norteño.

Rodrigo, el encargado de "sacar a pasear" los autos.

“Es un auto muy bonito, que estaba en muy buen estado, y que además tiene un pedacito de la historia de Brasil”dice Gandini, mientras nos abre la puerta para ver su interior, para que con nuestros sentidos nos traslademos a esa fecha.

Tras unas cuantas horas el sol va cayendo en Terras de São José, lo que nos indica que nuestra visita se está terminando. Las puertas del garaje se cierran y se vuelven a encender los acondicionadores de aire, luego que Rodrigo fue guardando los autos uno a uno. Las luces se apagan y los autos vuelven a descansar hasta la próxima semana, cuando nuevamente sus carburadores inyecten nafta a sus cilindros, para un nuevo paseo.

Nos vamos, no sin antes pasar por el otro garaje, el de todos los días, en donde una Ferrari 599 GTB, un SLS 63 AMG, un Aston DBS y un Bentley están prontos para salir. Pero no queremos “molestar” más autos, ni a su dueño.

Hebert Paguas, enviado a San Pablo

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