Opinión: tres palabras justo a tiempo

Quien desde el box maneja la comunicación con el piloto suele ser factor de victoria, o derrota. Claro ejemplo lo ocurrido el domingo en Silverstone, cuando Nuno Rais, el ingeniero jefe de Nico Rosberg –bien despierto- le dijo fuerte: “Box, Box, Box…”

 

Vettel había abandonado – tras dominar claramente la carrera- estacionando su auto en lugar peligroso y Nico estaba a punto de tomar la recta principal, en la vuelta 41 de las 52, dónde le esperaba el Safety Car. Si hubiera seguido, se habría encolumnado detrás, a ritmo lento y presa segura, sobre el final, de quien fuera por caucho fresco.

 

Igual de rápidos los de Red Bull y Ferrari, haciendo ingresar a boxes a Webber y Alonso y terriblemente lentos, pagando caro el error, los de Lotus y Force India, que mantuvieron a Raikkonen y Sutil en pista,  pasados luego como postes y perdiendo sus lugares en el podio.

 

Sería mucho decir que la carrera la ganaron en el box de Mercedes, pues Nico Rosberg hizo un gran trabajo. Fue así, salvo en la largada dónde le pasó Vettel. Luego fue constante, cuidó los neumáticos en una carrera cargada de reventones, generalmente por el apoyo en curvas rápidas -4 y 11- sobre los pianitos, y tenía todo para ganar en su estrategia de dos paradas.

 

El ingreso de dicho Safety Car cambió el final, pero el hijo de Keke fue advertido a tiempo.

 

Su rápida detención de dos segundos y siete décimas le permitió calzar los neumáticos mas rápidos para las once vueltas finales. Sin ellos nada habría podido hacer para aguantar a un Webber que se le vino, superando a Ricciardo, Sutil y  Raikkonen,  hasta terminar la carrera en los escapes de la flecha de plata.

 

La defección de Vettel –sin transmisión- y la cosecha de puntos de sus rivales directos han sido un buen condimento para quien piensa en un Campeonato parejo, a definir al final.

 

El próximo domingo, otro capítulo en Alemania, justamente en Hockenheim. Allí cerquita vive Rais, el que con voz fuerte se hizo oir justo a tiempo.

(Publicado por M. Uberti en El Observador).

 

 

 

 

 

 

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