Recordando Rafaela, Passadore y el fuego que no pudo con él

El auto de Passadore se detiene en el peralte del curvón Sur y las llamas amenazan al piloto (Foto Adolfo Previdere).

El auto de Passadore se detiene en el peralte del curvón Sur y las llamas amenazan al piloto (Foto Adolfo Previdere).

Un encuentro casual con Pedro Passadore, me recordó un día mágico en la profesión que justamente por aquellos años yo comenzaba.

Y no fue por un artículo escrito en La Mañana y El Diario, la empresa que me había confiado el sector del automovilismo, aunque por supuesto, cuando tocaba, cubría fútbol de equipos menores, corriendo a veces dos cuadras cada quince minutos para ir pasando los datos al vespertino, por teléfono. ¡Otra que celular!

Fue por una gestión, generada por un hecho que se pudo haber llevado a Pedro, como años antes a su hermano “Beco”, pero que terminó bien, o por lo menos con el piloto sano y salvo despues de un gravísimo accidente automovilístico.

La empresa SEUSA, editora de La Mañana y El Diario apoyaba fuertemente al promotor -y mejor persona- José Luis Cavanna, quien justamente había organizado con AUVO la presencia de la Mecánica Argentina Fórmula 1 en El Pinar, un año antes, con un éxito de público que sinceramente creo que no se volvió a repetir nunca.

Fueron lindas experiencias aquellas de periodista encargado de la cobertura de las carreras de Pedro. Fuí a Salta en tren, en ómnibus a San Juan y en algunos casos, en avión.

Fue en un vuelo de Aerolíneas que llegué a Santa Fé en el 77, y de ahí en “micro” a Rafaela y su circuito oval, constituído por dos rectas de 1.477 metros y dos curvones de 844 m, ya de fama internacional como que en 1971 se habían corrido allí las “300 Millas” con los autos de la Indy, importados para la ocasión al igual que grandes pilotos norteamericanos de la época como Swede Savage, Gary Bettenhausen, Parnelli Jones, Johnny Rutherford, Loyd Ruby, Al Unser (el ganador) y muchos mas, entre ellos como el único argentino, Carlos Pairetti.

FUE EN EL CURVON SUR

Ya en los entrenamientos me quedé impresionado porque casi todos iban siempre a fondo por todo el trazado. Para la carrera era evidente que la victoria estaba para Passadore o Miguel Angel Monguzzi.

Pedro logra aflojar el cinturón y comienza a salir del auto.

Pedro logra aflojar el cinturón y comienza a salir del auto.

Me recomendaron que me fuera a la curva Norte, pues así tenía el sol a favor para las fotos que pretendía con mi hoy querida reliquia, la Nikon FM. Casi todos fuimos para allí. Es que en el curvón Sur el sol nos pegaba de frente, no veíamos bien los autos y ni miras, por el contraluz, de un negativo potable…

Los vimos pasar sólo una vez, inmediatamente después de la largada, pues como Pedro recuerda: “veníamos adentro del curvón sur, como a 290 k.h. emparejados con Monguzzi, y yo por afuera. De repente el auto (Pianetto Dodge) empezó a irse contra el guard rail y terminé pegándome fuerte”.

Por unos instantes el auto se soldó a las vallas metálicas y le salvó de rebotar al paso del resto de los competidores, pero luego comenzó el fuego: “empecé a bajar el peralte marcha atrás y eso, con el viento de frente me sacó las llamas de la cara. La verdad es que no atiné a nada mas que a pelear con el cinturón de seguridad berreta, que no pude desenganchar de primera, hasta que zafó y salté, me tiré al piso para apagar el fuego en la pierna y la verdad es que hasta hoy agradezco lo bueno que era ese antiflama, pues no me quemé absolutamente nada…”

Obviamente, la carrera se detuvo y todos a correr hacia el otro curvón, a ver que había pasado. Cuando llegué a los boxes, supe del accidente, se veía el humo del auto pero no dió para mucha preocupación pues en instantes lo veo a Pedro llegando, subido en la parte de atrás de una pick up, manejada por quien terminó siendo mi gran amigo Gabriel Rivarosa, quien recuerda bien aquellos momentos: “Yo estaba encargado de los bomberos de aquella curva y Pedro saltó del auto, apagó el fuego de su mameluco, mientras Di Tulio le pasaba a fondo a centímetros,  y se vino diciéndome que lo llevara ya…Fueron veinte segundos, no más, en los que Pedro como loco le pegaba al techo de la camioneta, seguramente mezcla de bronca y perturbación por lo que acababa de vivir…”

La foto de Previdere que fue portada de La Mañana y de El Diario. Pedro saltando a la vida. (Foto Adolfo Previdere).

La foto de Previdere que fue portada de La Mañana y de El Diario. Pedro saltando a la vida. (Foto Adolfo Previdere).

¿Y el periodista? Bien, gracias. No había visto nada, no tenía foto alguna y de Pedro, por un buen rato no conseguí muchos comentarios.

Pero de repente, escuché algo interesante. El cuento de un paisano, que estaba allí, a metros de dónde se detuvo el Pianetto y que de repente dice: “el que debe tener una foto buenísima es Adolfo”. 

Era un fotógrafo de Santa Fé que no bien sacó la secuencia del accidente se fue de Rafaela hacia su casa para revelar el rollo y confirmar lo que tenía.

Al final, conseguí el apellido, Previdere y de pregunta en pregunta saqué la dirección. Saqué mis cosas del Hotel Toscano y a Santa Fé, a encontrar a Adolfo y su supuesto tesoro fotográfico.

Toqué timbre y me atendió él mismo. Le expliqué porqué estaba ahí y me hizo pasar, que esperara unos minutos que estaba terminando de hacer algunas copias.

Cuando las trajo, sonriendo, ya sabía que de veras había estado en el momento oportuno en el lugar correcto. ¿Como está Passadore? Bien, bien, pero sacó varias de estas? Sí, espectaculares.  Soy periodista, de Uruguay, el único que está acá…¿no me haría una copia mas grande para poder publicar? Si, claro, pero esto te va a costar..

No me acuerdo bien del tira y afloje, pero al final dimos con el precio (realmente barato) y una hora mas tarde yo ya estaba en la central teléfonica de Santa Fé, llamando a la redacción.

Pedí con Franklin (Morales, el Jefe de Deportes) y le dije que tenía algo espectacular de un accidente del que todavía en Uruguay nadie sabía nada. Que si me esperaba, intentaba transmitir la telefoto (punto a punto y blanco y negro).

Franklin me respaldó y no sólo me esperó sino que cuando por fin pude enviar la foto (cuatro veces iba por la mitad y se cortaba la transmisión)  me dijo que la pondría en la primera página de La Mañana, junto a un pequeño adelanto de la nota que yo debería enviar, por teletipo, un poco mas tarde.

Y por la tarde, al otro día, fue publicada ocupando toda la primera página de El Diario, que se agotó y hubo que hacer una segunda edición.

LA CARTA DE ADOLFO

Passadore fue muy gentil en mandarme la carta que el fotógrafo Adolfo Previdere le envió el 15 de Agosto de 2008. Dice así:

“A medida que pasan los años, mas valor le agrego, sobre todo, cuando pienso que lo hice con una cámara sin motor, con la serenidad que le confieso, no se si tendría ahora. Fueron pocos segundos, pero mientras disparaba la cámara pensé de todo, desde que hacía la foto de mi vida, hasta el drama que quizás sobrevendría al verlo morir quemado. Por suerte, o porque no quiso el de arriba lo podemos contar con excitación y alegría. No sé si lo volveré a ver, pero mi recuerdo hacia Ud. es permanente. Siga haciendo buenos vinos….Un abrazo. Adolfo.

………………

Hace casi cuarenta años de lo ocurrido y al igual que Adolfo, todavía sigo orgulloso de lo obtenido. Que no fue ni como periodista, ni como fotógrafo, sino como muchacho tesonero detrás de una foto de un día que Pedro, una de las grandes glorias de nuestro automovilismo, nunca olvidará y que en cada tertulia de alegres sexagenarios, es recordada como una anécdota, que el propio protagonista cuenta con su voz engolada dando “gracias por el fuego” que no pudo con él.

 

 

 

 

 

 

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