Manejar vehículos deportivos nos da placer. Por cierto que ponerse detrás del volante de uno, es verdaderamente difícil, sobre todo para los que no estamos acostumbrados a manejar día a día, vehículos con más de 200 caballos.
Todo cambia, desde la posición de manejo, la distribución de pesos, la maniobrabilidad, la capacidad de frenado, y por supuesto, la potencia y el torque, que nos dejan pegados al asiento.
Todo ello no es problema para esta abuela, que se le atreve al Templo de la Velocidad, Monza, con un Lamborghini Gallardo LP570-4 Super Trofeo Stradale. Sin dudas una fanática de tiempo completo.
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