Y uno se pregunta ¿Tilke, porqué está de moda?

Por Ignacio Bettosini

Una de las principales quejas a la Fórmula 1 actual es la escasez de sobrepasos.  Mucho de la culpa se le achaca a la excesiva carga aerodinámica de los monoplazas: las fuertes turbulencias dificultan que un piloto circule cerca de otro, y la frenada tan bestial apenas da tiempo a maniobrar con confianza.

Hermann Tilke, el arquitecto de moda para los circuitos de F1. ¿No podría hacer los trazados mas atractivos?

Sin embargo,  al repasar las carreras de los últimos años, es fácil notar que ciertos circuitos han tenido habitualmente carreras más peleadas que otros.  Basta recordar el último Gran Premio de Brasil, pues dejando de lado los puestos de vanguardia, cada vuelta fue una batalla campal en las frenadas de la “S de Senna” y de la “Descida do Lago”.

Por otra parte,  los sobrepasos  han brillado por su casi total ausencia en sitios como Bahrein, Valencia, Singapur, Abu Dhabi y Corea. El autor de la gran mayoría de estos escenarios, el arquitecto alemán Hermann Tilke, ha sido habitual blanco de críticas por el diseño de las majestuosas pistas.  Lo curioso es que dos de sus primeras obras, Sepang y Shanghai, sí tienen un historial de Grandes Premios emocionantes.

Es cierto que la habitual lluvia en esa zona de China y en Malasia ayuda mucho, en contraste con el clima árido de Medio Oriente y el Mediterráneo. Pero esos dos circuitos son más entretenidos también por el peculiar diseño de las curvas. Las horquillas en que desembocan las quilométricas rectas de Sepang y Shanghai son relativamente abiertas además de anchas. Dejan un buen margen para estirar las frenadas y abrirse en busca de un hueco para adelantar, o elegir una mejor trayectoria para salir con mayor velocidad.

De hecho, en la primera y última curva de Sepang, simplemente no hay forma de pasarse en la frenada. El radio y ancho de las curvas es tan amplio que siempre hay lugar para retardar la maniobra un poquito más. Claro que el piloto que se defiende puede optar por una trayectoria más ortodoxa y recuperar la posición a la salida de la curva.

Ese juego de decisiones, tan interesante para los espectadores, no ocurre en las chicanas de Abu Dhabi y Valencia ni en las horquillas de Corea. En estos “tilkódromos” más recientes, las curvas son tan cerradas que el más mínimo movimiento del volante saca de pista al auto propio o al rival. Por más ancha que sea la pista, la trayectoria ideal es demasiado angosta como para que un segundo piloto pueda ponerse a la par y salir ambos indemnes de la curva. Lo peor es que esas horquillas imposibles se repiten en otros lados, como la primera curva de Nürburgring y el nuevo complejo de Silverstone.

Además de ser un arquitecto de renombre, Tilke supo correr en el mítico Nordschleife de Nürburgring. Pese a dirigir proyectos con presupuestos escalofriantes, sorprende que se haya olvidado de esas épocas y de sus trabajos anteriores, y sea incapaz diseñar correctamente el corazón de un circuito – la propia pista.

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