Ya hace mas de dos semanas que terminó el Campeonato de la IndyLights y mientras la categoría busca sobrevivir, su cosecha de pilotos 2018 muestra un muy disímil perfil.
El domingo asistí con curiosidad y luego realmente contento por él, al debut del mexicano Patricio O´Ward en la IndyCar, aprovechando la última fecha del Campeonato, en el “Sonoma Raceway” al norte de San Francisco.
Con su cara y voz de niño, quien fuera compañero de Santi en 2015, ha conseguido abrirse camino, en base a su posibilidad económica de contratar los servicios del equipo Andretti Autosport. Una estructura muy profesional le acunó el sueño de conseguir, con menos de 20 años, el título de la IndyLights y la ansiada beca por valor de un millón de dólares, presupuesto suficiente para tres carreras en la IndyCar 2019, incluyendo la posibilidad de clasificar para las 500 Millas de Indianápolis.
Pero no tuvo que esperar pues junto a Colton Herta, hijo del famoso Brian –ex piloto de la IndyCar, con múltiples contactos y soporte financiero- entablaron negociaciones con el equipo Reading para tener dos autos prontos para Sonoma.
Colton, a sus 18 años, el primer piloto siglo XXI de la IndyCar, no las tuvo fáciles, pero todo lo que hizo fue sin desentonar. El que si llamó la atención y mucho fue “Pato” descolgándose con un quinto puesto en clasificación luego de superar dos instancias para llegar al “Fast Six” que definió la Pole para Ryan Hunter Reay.
Es justo decir que Reading, al igual que otros cuatro equipos, pagaron un día extra de pruebas en el circuito, el jueves, para darle horas de vuelo a sus dos pichones. Y el mexicano no desaprovechó las suyas.
La carrera para él tuvo dos fases. Largó bien, mantuvo su posición, pero era evidente que esforzaba a sus neumáticos Firestone –los rojos, blandos- mas de lo normal. No extrañó ver como Graham Rahal fue el primero en sobrepasarlo y luego vinieron dos mas, antes de que O´Ward fuera por caucho nuevo a su pit.
Con su auto nuevamente al 100% regresó a la batalla para terminar en un muy honroso noveno puesto, mereciendo una muy especial mención de felicitación del mismísimo Scott Dixon, quien justamente se coronara en Sonoma por quinta vez como Campeón. Increíble historia la de este neocelandés, el mas titulado desde que hace 50 años A. J. Foyt consiguió su séptima corona.
Viendo la carrera, analizando el vuelta a vuelta, mi cabeza no dejaba, ni deja, de dar vueltas sobre como en el automovilismo el respaldo moldea la realidad. Imaginaba a Santi, y el corazón de muchísimos orgullos compatriotas hinchado. ¿Imaginan? ¿Urrutia largando quinto….?
¿Y porqué no? Si con un auto de menor rendimiento en el global le peleó el Campeonato..Le ganó carreras y hasta como el mismísimo “Pato” le expresó en un Twitt, “tanto le enseñó cuando llegó a la categoría….”
Claro, entre O´Ward, Herta o mencionemos a Jones, Veach y otros frente a Santi hay muchos miles, no sólo de kilómetros en cuanto a sus procedencias, sino en cuanto a sus entornos económicos.
Por ello la pregunta del título: ¿Y ahora qué?
Tras los frustrados intentos de ir por el Campeonato y la beca, no le imagino, ni a él ni a su entorno familiar desmoralizados. Pero sí, seguramente, cansados por el difícil ascenso de escalones y éste obligado “paráte, pensá y vé…” al que obligan las circunstancias.
La IndyCar comenzará el 10 de Marzo en St. Petersburg y mientras vemos a Santi cumpliendo con sus obligaciones ante sus patrocinantes locales, el futuro es mas que incierto.
Tengo unos cuantos años en esto y he visto muy de cerca muchos casos: Trelles, Gonchi..por citar apenas dos. Uno, vendiendo gomas cobradas como premios para seguir corriendo. El otro, durmiendo en el camión de su equipo de la F3 Británica…..
De todo esto Santi sabe un montón, pues viene corriendo, con su padre Carlos, en una pista paralela, la del financiamiento de su ascenso. Ha sido una permanente carrera de obstáculos en la que se le han unido varios patrocinantes generosos, aunque con cifras propias de un país dónde nada sobra.
Y hasta aquí se llegó. Y si no pudo con el título, creáme, no fue por el rendimiento como piloto, sino porque peleó con lo que tenía. Y eso fue, apelando a la valoración que de sus condiciones hizo Brian Belardi, quien –estoy seguro- le acondicionó en su equipo con un presupuesto difícil pero posible, aunque lejano al exigido por las dos versiones de Andretti, Autosport y Steinbrenner, para O´Ward y Herta.
El ruido se apagará por un rato, aunque seguirá sonando en el interior de Santi, quien mejor que nadie sabe dónde puede llegar.
Del arte de lo posible combinará con el futuro para determinar si se terminaron los escalones o si viene ese tan alto, e improbable salto hacia la categoría en la que Gonchi dejó su vida en tanto nos marcó a todos para siempre.
Ojalá que estas semanas sean para tomar impulso, buscando la manera de entrar –aunque sea por la ventana- a la IndyCar. Pues en automovilismo, la única forma en dejar de pagar por una butaca se encuentra cuando se empieza a cobrar por correr.