Las firmas inglesas Jaguar y Land Rover tienen, desde este jueves, nuevo local y nuevo representante. British Haus, del grupo Gildemeister, es desde ahora la nueva casa que albergará los productos ingleses, ubicada en la rambla de Pocitos esquina Gayaqui. La ubicación es conocida para el grupo Gildemeister, pues allí había un local de Motor Haus, representante de BMW, firma que desde hace años es representada por la empresa chilena.
El cambio de representante para las marcas inglesas en Uruguay supuso la visita del embajador de ambas para Latinoamérica, del responsable del grupo Gildemeister, y del gerente comercial de British y Motor Haus. Los dos primeros se refirieron brevemente a los modelos, que por cierto, hablan por si solos.
Historia les sobra a ambas compañías, y lujo inglés también. Jaguar, nacida en 1922 como “Swallow Sidecar Company”, fue renombrado Jaguar Cars después de la Segunda Guerra Mundial por las connotaciones desafortunadas de las iniciales, SS. A lo largo de toda su historia Jaguar siempre se ha caracterizado por ofrecer deportivos de muy altas prestaciones y de una elegancia fuera de toda duda. Los avances tecnológicos no han sido ajenos a esta marca. Entre ellos, el de los frenos de disco, que fueron ideados para su utilización en pruebas de velocidad en circuito, especialmente las 24 Horas de Le Mans.
Land Rover es un nombre que se asocia universalmente con el vehículo de tracción a las cuatro ruedas por excelencia. Aunque Land Rover mejora y desarrolla constantemente sus productos, la historia que hay detrás de estos exclusivos todoterrenos pone de manifiesto una visión constante: una combinación de valores estables y un diseño creado para un fin concreto.
El primer Land Rover surgió en la posguerra británica, en 1948, durante un periodo de escasez de acero: un vehículo enfocado al trabajo, brillantemente sencillo e ingenioso y fabricado en aluminio. Los hermanos Spencer y Maurice Wilks, que trabajaban para la Compañía automovilística británica Rover, crearon un nuevo concepto de vehículo que combinaba la simplicidad de un utilitario con la robustez y sobriedad de una herramienta de trabajo. El vehículo tuvo un éxito instantáneo y, a mediados de los 50, el nombre Land Rover se había establecido sólidamente con una imagen de durabilidad y excelencia en todoterreno. Sus conductores en áreas como la agricultura y en el ejército, además de sectores como los servicios de urgencias y de rescate encontraron en Land Rover las cualidades que necesitaban en un vehículo. En 1959 salió de la cadena de producción de Solihull, Inglaterra, el Land Rover número 250.000, y se consolidó su dominio en el mercado.
La gama de Land Rover estaba representada por Range Rover Sport, Freelander y Evoque, mientras que Jaguar hacía lo propio con XF y F-Type, siendo este último el que se llevó todos los flashes. Claro, el cabrio de dos plazas, equipado con un motor V6 y compresor para su versión S, de 381 CV, no deja margen para ninguna duda: dan ganas de manejarlo.
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