Juan Pablo Montoya se hizo popularmente conocido en el mundo, por sus grandes actuaciones en la Fórmula 1, en los equipos Williams y McLaren. Antes supo saborear la gloria en la Fórmula 3.000 Europea y la extinta CART, en la primera se coronó Campeón en 1998 y en la segunda lo fue un año más tarde.
Ya en 1997 su representante David Sears le hizo firmar un contrato con Frank Williams que lo unía a la escudería comandada por el propio británico, como piloto de pruebas, durante ese año se desempeñó en la categoría promocional en la batuta del equipo Marko.
Un año después ganó el título con la escudería Súper Nova Racing en donde quedó marcado el triunfo en el Gran Premio de Pau (Francia) sacándole una vuelta al escolta.
En 1999 mientras el bogotano se lucia en la Cart corriendo para Chip Ganassi Racing claro está con la autorización de Williams, Alex Zanardi (monarca de la categoría norteamericana en 1997 y 1998) sufría en la Fórmula 1 con un auto que no cumplía con las expectativas.
Pese a que una gran mayoría de la afición consideraba que en 2000 el cafetero se iba a meter de lleno en la máxima, eso no fue tal, optó por defender su consagración en la Cart, a fin de cuenta la jugada le resulto mal. Las cosas salieron pésimas, ganó tan sólo tres pruebas (Milwaukee, Michigan y Gateway) el cambio en motorización a Toyota y el chasis a Lola le cayó mal al equipo Ganassi, de todas formas el bogotano fue el encargado de darle a los nipones el primer triunfo en la especialidad.
Y si, llegó el esperado traspaso a la F1 en el 2001, al equipo Williams en donde se consolido como el novato del año, obteniendo tres pole positions y un triunfo en Monza.
Pero sus mejores años fueron en 2002 y 2003, en las dos oportunidades tuvo grandes chances de campeonato, pero se debió de conformar con el tercer lugar, viendo como Michal Schumacher se llevó todo.
En 2005 pasó al equipo McLaren-Mercedes tras tener una pálida performance en el 2004 con los conducidos por Sir Frank. Finalmente las cosas en el equipo de Woking no salieron a las mil maravillas, antes de arrancar se lastimó el hombro jugando al tenis, aunque según el parecer del jefe de equipo de aquel entonces, Ron Dennis, fue consecuencia de una caída en moto.
Cerró la temporada con tres grandes premios, pero no pudo batallar por el campeonato, pagando caro varios errores.
Y qué decir del 2006, cundo Montoya siquiera terminó el año, la décima prueba fue la última, justamente en Estados Unidos (Indianápolis) en donde pasaría hacer su futuro. En dicha temporada consiguió 2 podios, en el Gran Premio de San Marino fue tercero y en Mónaco segundo.
La desgastada relación con Dennis, entre otros factores lo hicieron partir, a dónde… al sorprendente mundo de la Nascar.
A dicho mercado cerrado, que sólo le pertenece a los Estados Unidos fue a parar unos de los mejores exponentes de la máxima.
El equipo en que se enroló fue al mismo que supo defender en la Cart, Chip Ganassi Racing, con el cual corrió tres veces en la Busch Series (actual Nationwide Series) y una en Nextel Cup (actualmente Copa Sprint) en donde cosechó resultados pocos vistosos.
El debut en el primer lugar vendría el 4 de marzo de 2007 en el Autódromo Hermanos Rodríguez de México en la segunda divisional de Nascar y fue justamente en ese mismo año que el 24 de junio logró vencer en la divisional mayor en las 350 Millas de Infineon Raceway, en donde se convirtió en el primer latino en ganar.
En 2008 su actuación fue discreta en la Copa Sprint, lo más fructífero estuvo en la victoria en las 24 Horas de Daytona, que también supó ganar en la temporada anterior.
En 2009 el equipo se fusiona con el de Dale Earnhardt Jr. y recuperan el protagonismo, obtuvo las pole en Talladega y New Hampshire. Fue el primer piloto no estadounidense en clasificar al Chase para luchar por el campeonato, desde que ese mecanismo se empezó a utilizar allá por el 2004.
En 2010 ganó en el circuito de Waltkins Glen siendo esta la última imposición del bogotano en la categoría reina de los Estados Unidos.
En 2011 y 2012 no contó nunca con el ritmo necesario para soñar con cruzar la línea de meta en el primer lugar.
Este año parece que el equipo está cerca de la punta, y no hay que sorprenderse que se dé un triunfo del cafetero luego de tres años de sequía.
No hay que olvidarse que pudo darse el gusto de ganar por tercera vez las 24 horas de Daytona, junto al mexicano Memo Rojas, y los estadounidenses Scott Pruett y Charlie Kimball en la Rolex Sport Car Series, propiedad de Nascar.
Montoya ya a sus 37 años, recuerda que decidió venirse a competir a un mercado exótico para los latinos porque le gusta más Estados Unidos que Europa. Reconoce que en la Fórmula 1 la presión se siente en todo momento y en la Nascar hay, pero es mucho menor.
Se dedica a competir entre el viernes y el domingo, el resto de los días les puede brindar tiempo a sus hijos y a su esposa. Vive cómo soñó, en Miami en un pent-house, tiene su propio helicóptero y avión.
Lleva una vida de glamour hecho que según él no podía hacer en la F1 ya que tenía que pasar en un lugar más chico que el hall de su casa para que la afición no lo hostigara en cada Gran Premio, en la Nascar puede estar en un Motor home de grandes dimensiones pasando los momentos previos con sus familiares de una forma más confortable.
También manifestó en una entrevista a la Revista Don Juan de su país que si optaba por quedarse en la máxima sólo podía aspirar a ganar entre 3 y 4 carreras, mientras que en Nascar tiene más pruebas al año (36 contra 19) por lo tanto más posibilidades de triunfar ya que la cuota de victoria depende del equipo y de la estrategia no tanto de la tecnología.
Además ya con 37 años e imaginando a un Montoya que nunca se hubiese ido de la Fórmula 1 estaríamos seguramente hablando de posible jubilación o de los últimos años en la elite, en la Nascar eso no ocurre ya que existen pilotos activos que con 50 años aún siguen compitiendo, incluso la semana pasada hubo un caso de un competidor de 71.
Tal vez se tendría que pensar que la personalidad de Juan Pablo fue el factor decisivo para preferir una categoría de autos stock car antes que la especialidad reina del motor que todos sueñan competir. Es un ser tímido, extremadamente reservado y siempre es acompañado por un círculo intimó muy reducido conformado por su esposa, sus dos hijos, el hermano y el padre.
Por su forma de ser justifica que sea tan fustigado por varios compatriotas que lo tratan mal y lo desprecien sistemáticamente, tanto cuando gana como cuando pierde, el reconoce que lo que pretende día a día es mejorar y pelear para conseguir lo mejor en la Nascar como lo hizo siempre ya que su sueño de estar entre los mejores ya lo ha hecho pese a sus bajísimas posibilidades, según cuenta 1 en varios millones.
Ahora disfruta más de lo que hace, lejos quedaron los viajes en aviones de carga pasando fríos para poder competir en la Barber Pro Series de Estados Unidos o de comer hamburguesas y cereales en Europa ya que era el alimento más económico, así como la incomunicación con sus seres queridos al no poder costearse las llamadas a larga distancia.
Situaciones que aún pasan varios jóvenes latinoamericanos que recién incursionan en el viejo continente y que sueñan con colocar su nombre entre los ases del volante.
Montoya ha sabido ganar pruebas místicas como el Gran Premio de Mónaco, Gran Bretaña e Italia, las 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Daytona. La que le resta conseguir son las 24 Horas de Le Mans.
En Indianápolis ha ganado en un monoplaza de F1 y Cart. También ha sabido liderar en la Nascar lo que denota sus grandes cualidades como piloto bajo cualquier medio mecánico.
Lo que es seguro que a Montoya aún sigue con la llamita encendida, la de conseguir la gloria.
Jean Pierre Yansens
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