Hay países que fijan fechas para terminar con con el combustible derivado del petróleo como fuente energética para la industria automotriz, hay ciudades -nada menos que Stuttgart- que ayer determinó que en 2018 prohibiría la circulación de vehículos diesel y mientras tanto el desarrollo de autos eléctricos de gran autonomía está evolucionando rápidamente, con Tesla y Nissan a la cabeza, publicitando autos con una autonomía superior a los 400 kilómetros por carga, pero sin embargo lo que no avanza al mismo ritmo es la producción de las baterías que alimentarán sus motores, que son producidas con una base de litio y cuya oferta por ahora es limitada.
Hoy por hoy, el máximo avance en materia de autos eléctricos está esencialmente vinculado a que estos equipen baterías de ion-litio. China se ha proyectado como el gran productor mundial de elementos de este tipo y el gran proveedor de subcomponentes y subproductos para empresas japonesas como Panasonic y LG, que mas que nada funcionan como diseñadores y ensambladores de partes provenientes de China.
Ya las de Ni-Mh han sido totalmente desplazadas quedando para las típicas pilas chicas recargables, en tanto las de litio comenzaron con los celulares, cámaras digitales, computadoras portátiles, consolas de juego, etc. pero cada vez más su utilización es evidente como el presente y futuro mediato de la industria automotriz. En 2011, tras la visita de la planta de BYD que realicé en oportunidad de la producción del Salón del Automóvil de Shanghai, hablé de la realidad que marcaba esta empresa que apenas como subsidiaria tiene su producción de autos, pero su negocio principal radicaba, ya por entonces, en la producción de baterías como proveedor global número 1 de la industria de la telefonía móvil y en el almacenamienteo de la energía solar.
Ahora bien, un problema inherente a las baterías tiene que ver con la extracción de la materia prima. China tiene grandes yacimientos de litio e impone las pautas del mercado internacional, donde una tonelada de este elemento se cotiza en algo menos de US$23000, en el puerto de salida.
Los yacimientos de litio existentes en Europa son escasos y algo parecido, pero en menor medida, ocurre en EE.UU. Los expertos señalan que casi dos terceras partes de las reservas mundiales de litio se encuentran en Sudamérica, tomando en cuenta solo los yacimientos probados.
Argentina, Bolivia y Chile concentran en torno al 60% de las reservas de litio conocidas y señalan que en los tres países las estimaciones proceden de datos de exploraciones científicas ya culminadas, que también se están realizando en Brasil y que podrían comenzar a realizarse en breve en Colombia. Nadie nos pudo contestar hasta ahora si algo así ocurre en Uruguay (que se sepa). Entre tanto, gobiernos como los de Guyana y Venezuela insisten en sustentar sus economías sobre sus reservas probadas o estimadas de petróleo sin percatarse de que el litio ya está siendo considerado “el nuevo oro negro” y que su explotación a gran escala será cada vez más necesaria, en la medida en que la demanda y producción de autos eléctricos con baterías de ion-litio aumente al ritmo actual.
La producción actual de automóviles ronda los quince millones de unidades a nivel mundial. Se estima que a corto plazo (cinco años) la cuarta parte de esta oferta se realizará con autos totalmente eléctricos y que la mayor parte de esa oferta se realizará con vehículos de tipo híbrido, que también usan baterías de ion-litio.
“La oportunidad del futuro podría no estar en la producción y venta de autos, sino en la producción y venta de baterías de litio” leímos en un medio norteamericano, insistiendo en que “la industria automotriz está más enfocada en resolver los problemas inherentes al desarrollo de autos eléctricos, que al desarrollo y producción de baterías. Solo Tesla ha contemplado esta necesidad y está construyendo una fábrica de baterías. El resto de las automotrices parece seguir confiando en proveedores externos, tal como ocurre con los fabricantes de teléfonos celulares”.
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