Nunca agradecí tanto el “carril olímpico” como en los Juegos de Beijing, ciudad que -lo recuerdo perfectamente- incrementaba en dos mil autos por día su parque automotor en el 2008. El “carril”, exclusivo para quienes portábamos el pase especial de los Juegos, nos evitó el tortuoso tránsito de una ciudad de veintitrés millones de habitantes muy distinta a la que conocí por vez primera en 1999, cuando reinaban ampliamente las bicicletas.
En 2010, cuando un tapón de dos horas es común y no sólo en las horas pico, ya no es sólo cuestión de tránsito sino de una insoportable contaminación que amenaza las condiciones de vida en forma muy seria. Se imponía encontrar soluciones y los chinos son de cortar grueso al respecto.
En lo que va del 2010 se empadronaron ya 750.000 automóviles y la primera solución es que se aplicará un corte de dos tercios a esa cantidad, quedando en 240.000 los que podrán registrarse en 2011. ¿Como se instrumentará esto? Fácil, por sorteo.
Es decir, a partir del 1° de Enero, en Beijing, no bastará con tener el dinero para comprar el auto sino que previamente habrá que haber ganado “la lotería”. Con el número triunfador, recién ahí, a la Concesionaria…
Bueno, esto detendrá un poco el crecimiento, pero el problema -y ello lo saben bien- ya está instalado. Con los autos que hay hoy circulando la ciudad está trabada y es irrespirable. Para calibrar el problema, basta con recordar lo que sucedió en Agosto de este año cuando la congestión de la ruta Tibet-Beijing provocó un caos, con 100 kilómetros -sí, leyó bien, cien kilómetros- de cola que incluyó a la ciudad olímpica y que duró semanas.
¿Se anima a postular alguna solución? ¿Nos llegará a pasar esto algún día?
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