¿Para que habrá registrado el nombre “Deimos” la marca del toro?

Capaz que lo sabemos en un par de semanas cuando presente el prototipo de su primer SUV o quizás sea para el reemplazo del “Gallardo” del cual ya se habla en Santa Agata Bolognese.

Por ahora, buscando “Deimos” encontramos que en la mitología griega, Deimos era el hijo de Ares y Afrodita y la personificación del terror. También aparece que Deimos ha sido llamada una de las lunas alrededor de Marte…pero me quedo con la primera, siendo una de las excepciones a los nombres taurinos de la marca italiana.

¿O quizás haya un toro de lidia con ese nombre al que todavía nadie conoce?

Beijing tiene la primera palabra y si no es allí, habrá que esperar, pero como reporta la revista “Car and Driver” no es por gusto que se compra el registro de un nombre así, globalmente.

Y a propósito de Lamborghini, los párrafos a continuación quizás sacien su curiosidad sobre porqué la marca de Ferruccio Lamborghini dejó un día la fabricación de tractores y se dedicó a los automóviles deportivos.

Terminada la segunda guerra mundial, Ferruccio Lamborghini, quién se había desempeñado en un destacamento de transporte para el ejército italiano, comenzó a comprar sobrantes de vehículos militares para convertirlos en maquinaria agrícola.1

Tal fue el éxito de su nuevo negocio que para 1960, Lamborghini ya era el tercer industrial italiano en el sector de la construcción de maquinaria agrícola, especialmente de tractores.2 Con las ganancias obtenidas, Ferruccio empezó una vida opulenta, adquiriendo algunas propiedades, y sobre todo muchos coches deportivos como Mercedes, Lancias, Maseratis y Ferraris. Era un admirador de Enzo Ferrari por la forma en que mantenía su empresa, pero siempre tuvo una dificultad: Ferruccio tenía problemas mecánicos con sus Ferrari. El motivo en particular, y la gota que colmó el vaso, fue el embrague de su Ferrari 250 GTB. Tras numerosas revisiones en el taller, todavía fallaba. Ferruccio decidió comunicarlo a uno de sus mecánicos que tras desarmarlo y verificarlo, descubrió que era el mismo que utilizaba en sus tractores, claro que con un precio más alto al estar en un automóvil deportivo, lo que le enfureció. Cansado de tener que soportar estos inconvenientes, entabló una conversación con el mismo Enzo Ferrari que pasó a la historia.

Según las palabras del mismo Lamborghini: Los Ferraris sólo me creaban problemas”. “Un día, ya harto de mandarlos al taller, llamé a Enzo para decirle que sus coches eran pura basura”. “Y me contestó que: Un fabricante de tractores no podía entender sus coches”. A partir de esta curiosa discusión, el iracundo propietario empezó a maquinar la idea de fabricar automóviles deportivos para competir con la marca del Cavallino Rampante.

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