Los accidentes, como en ningún otro lugar, son parte esencial -para el público- en el automovilismo norteamericano. Cual en un Coliseo Romano, los gladiadores van a fondo en tanto los rugidos del público acompañan cada choque con la inevitable consecuencia del muro de hormigón.
Históricamente, he visto hasta sadismo en la voluntad de muchos de que “se la peguen” aunque se pueda llegar a tener que afrontar la muerte de algún gladiador. No fue, de milagro, el caso de Ryan Newman, de 42 años, quien salió este miércoles por la mañana, caminando, de la mano de sus hijas del Hospital, algo increíble dado el tremendo accidente que protagonizara luego de ser tocado por quien finalmente “celebró” el segundo puesto (Blaney) en un podio liderado por Danny Hamlin, quien ganó las 500 por segunda vez consecutiva, por sólo 14 milésimas, y poco respeto tuvo para con su colega Newman, llevado de urgencia a un Hospital minutos antes.
Lo curioso es que el inicio del accidente, un empujón que desestabiliza al auto de Newman, no es penalizado en la NASCAR, pese a que la víctima se va de costado al murallón, levanta vuelo y cuando cae es embestido brutalmente por otro competidor.
En fin, así son las cosas, e históricamente hemos visto muertos en las 500 de Indianápolis (van 49) y la carrera reiniciándose una y otra vez. Ha cambiado para bien, pero no tanto como para que en momentos casi trágicos como el del lunes, un podio se haga como si nada…