Llegan los que pueden, no los que quieren. Esa afirmación parece ser válida casi para cualquier aspecto de la vida, aunque por cierto refutada por otra, que dice que “querer es poder”. Sin embargo, es muy posible que el objetivo parezca, en principio, muy difícil, y a veces, inalcanzable. El esfuerzo personal es, en general, el medio hacia el objetivo, pero en el mundo de la Fórmula 1 (y del automovilismo), debe estar acompañado de dinero. De mucho dinero.
Podemos recordar que hay otra afirmación por allí, que señala que “las carreras de autos son de autos, no de pilotos”. Ejemplos al respecto sobran, y en cualquier categoría del mundo, ello se vuelve una verdad inobjetable, con excepción de alguna monomarca. ¿Por qué? Porque, en resumidas cuentas, la velocidad sale cara.
De poco sirve el palmarés, poco suman los resultados, si un nombre no viene acompañado de un sponsor, padrino, o efectivo. Es que el automovilismo mundial tiene algo que lo hace único: unas 50 butacas en total, entre las mejores categorías del mundo, para varios miles de pilotos con un mismo objetivo, ponerse detrás de una de ellas. ¿Será esa la causa de la mercantilización del deporte? En principio no, pues décadas atrás, con números similares en cuanto a pilotos y categorías, la realidad era diferente, al menos un poco más disimulada.
Tampoco quiere decir que los que llegan sean ‘mancos’, o faltos de talento. En absoluto. Todos hemos sido testigos de pilotos de la Fórmula 1 que, tras ascender de equipo a uno mejor, han demostrado que valen estar allí. Pero tal vez lo que se hace cuesta arriba es la oportunidad.
Nombres como el de Carlos Sainz Jr. o el de Max Verstappen han llegado a la Fórmula 1 con buenos resultados a sus espaldas, pero las oportunidades les han llovido así como los sponsors, seguramente de manera inseparable. Es que, de por sí, han tenido la (¿casual?) ventaja del “porte de apellido”, en muchos otros casos, de valoración negativa. Así como hoy jueves se confirmó la contratación, por parte de Lotus, de Carmen Jordá*, la joven española que el año pasado fue compañera de equipo de Santiago Urrutia en la GP3 Series. ¿La recuerdan? Es probable que lo hagan por algún motivo ajeno a los resultados, pues nunca superó el último lugar de la grilla. Y volviendo a lo de “carreras de autos, no de pilotos”, Jordá fue reemplazada a fines de temporada por Dean Stoneman, el por entonces líder de la GP3, pues su equipo, el Marussia Manor, anunciaba que no participaría del final del año por “problemas comerciales”.** Stoneman llegó, vio, y venció, pues con el auto de Jordá ganó dos de las tres carreras finales, fue segundo en otra, acabando el año en el segundo lugar del campeonato.
Así es que, cuando Lotus confirma que contrató a Carmen Jordá como piloto desarrolladora del equipo, salta a viva luz, que importa más el dinero que el talento, por si aún no nos habíamos dado cuenta. Sin ánimo de desmerecer a la joven española, debe haber un puñado de pilotos de similares condiciones, pero con una billetera más pequeña. Tal es el caso de nuestro compatriota Santiago Urrutia, quien por estos días estará firmando su participación en la Pro Mazda Championship de Estados Unidos.
A Urrutia no le falta talento, no le falta preparación, palmarés, ni esfuerzo personal. Al igual que le pasó a Gonzalo ‘Gonchi’ Rodríguez, por el momento le faltan oportunidades, que van de la mano de un bolsillo acaudalado. Pues ni siquiera su bandera es conocida en el mundo.
A nadie se le ocurre que a Gonchi le faltaba alguna cualidad necesaria para llegar a lo mejor del automovilismo mundial, pero para demostrarlo, debió superar enormes escollos, llegando con más de 25 años a la vidriera más importante, la edad con la que Vettel ya tenía sus cuatro títulos mundiales de la Fórmula 1.
Recuerdo que el año pasado, cuando Adrian Sutil se quedó sin butaca para la temporada 2015 de la Fórmula 1, expresó:
“Lo primero de todo es que yo pienso que algunos equipos quizás tengan que hacer su trabajo un poco mejor para hacer cosas rentables. O, por otro lado, quizás haya algo mal en el sistema. Yo no conozco los detalles internos, pero hay algunos equipos que se las arreglan para estar en Fórmula 1 y son rentables. No es un problema, tiene patrocinadores, y pueden vivir con ello. Algunos no tienen y están sufriendo mucho. Yo sólo soy un piloto, así que no sé realmente por qué está tan desequilibrado. Pero no debería ser así”.
“El precio que algunos pilotos están pagando por un año está fuera de control. No es como debería ser. Siempre ha sido un problema, y siempre ha sido más o menos así. Había equipos pequeños hace 20 o 30 años en los que podías comprar un cockpit por tu cuenta. Ahora hay menos de estos y quizás es más obvio. Esto es algo que quizás nunca cambie en la Fórmula 1, pero podemos equilibrarlo un poco más”.
“Recuerdo que cuando Minardi o Arrows estaban en Fórmula 1 y eran más o menos rentables. Y hubo quizás unos pocos pilotos con patrocinador, pero eso no era la prioridad. Sería bueno volver a esa situación, y entonces quizás podrías llamarlo deporte de nuevo. Ahora mismo, es difícil decir lo que es”.
¿Se ha convertido nuestro deporte favorito en un negocio puro y duro? ¿Hacia dónde irá? Preguntas de difícil respuesta, pero que, cuando hay un compatriota con capacidad de sobresalir, uno vuelve a hacérselas.
Hebert Paguas
**El equipo Marussia acababa de tener toda la presión, comercial y política, tras el accidente que dejó (hasta el día de hoy) a Jules Bianchi con graves secuelas.
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