Había nacido en Salzburgo, el 4 de Julio de 1960, por lo que dentro de poco estaría por cumplir los sesenta de no mediar aquel fatídico accidente en Imola, el 30 de Abril de 1994, un día antes del que también le costara la vida a Ayrton Senna.
Estoy recordando a un olvidado para la historia de la F1: Roland Ratzenberger, y hoy -como excepción- lo priorizo tras 26 años dónde apenas ha sido mención en los millones de artículos dedicados al accidente protagonizado por el brasileño en la curva de Tamburello, el 1ero.de Mayo.
Roland tenía 33 años cuando murió y se estaba dando el gusto de estar participando por el equipo Simtek de 1994 en el Gran Premio de San Marino, tras los de Brasil (el 27 de Marzo en el cual no pudo clasificar) y del “Pacífico” (disputado en el circuito japonés de Aida), en el cual clasificó último a 6 segundos de la Pole de Ayrton, y en el que finalizó undécimo, a cinco vueltas del ganador, Michael Schumacher.
Antes, había corrido en la Fórmula 3000 Británica y en la Japonesa, además de Sport Prototipos y Fórmula 3.
Nacido en Salzburgo, sus inicios habían sido en la Formula Ford en 1983, ganando en 1985 el Campeonato Austríaco y el Europeo de la categoría.
También llegó a correr en las 24 Horas de Le Mans de 1989, con un Porsche 962 que compartió con el brasileño Maurizio Sandro Sala y el alemán Walter Lechner, abandonando cuando se cumplían apenas tres horas. Volvió a correr en el circuito de La Sarthe los cuatro años siguientes, siendo su mejor resultado el quinto puesto de 1993, acompañando a Mauro Martini y a Naoki Nagasaka con un Toyota 93 C-V.
Ya en el 91 anduvo muy cerca de concretar su sueño de correr en la F1. Sus negociaciones con el Team Jordan (en su temporada inaugural) se cayeron a último momento cuando se le fue un patrocinante que le aportaba gran parte de su presupuesto.
Tuvo que esperar tres años, pero en 1994 firmó un acuerdo por cinco carreras con el equipo Simtek que dirigía Nick Wirth, y que había fundado Max Mosley, luego Presidente de la FIA. Un millonario alemán, famoso en Mónaco -de quien no recuerdo el nombre- puso el dinero para que “Rat” firmara ese contrato, por el que sería compañero en el equipo con David Brabham.
El auto era malo, realmente malo, y si Ronald consiguió clasificarlo entre los 26 que largaron en el circuito nipón de Aida fue porque conocía muy bien el trazado por haber participado en pruebas de Turismo en el mismo. Terminó undécimo, pero sin que le ocurriera nada raro, terminó a seis vueltas del ganador….
SU DIA FATAL
Fue el sábado 30 de Abril, en la clasificación de Imola. Se había salido del circuito, dañando un deflector delantero, pero decidió seguir pues buscaba el último lugar de la grilla para el día siguiente. Pero fue sólo por unos pocos metros mas, ya que en la recta, el deflector se terminó por romper, se metió debajo del auto queq se desequilibró y “Rat” no pudo con la curva Villeneuve, pegando contra la pared a 314 k.h. Fue tal la fuerza del impacto que la rueda delantera derecha se metió en el cockpit. Fue extraído del Simtek, llevado en helicóptero al Hospital Maggiore en Bologna, dónde se anunció su muerte, “por fractura del cráneo“.
El de Ratzemberger había sido el primer accidente fatal, desde el GP de Canadá de 1982 (una de nuestras primeras transmisiones televisivas) cuando el de Ricardo Paletti, quien no pudo evitar al auto del Poleman, Didier Pironi, detenido en la largada, embistiéndolo con su Osella que se prendió fuego. Parecieron horas las que se demoraron en extinguir las llamas que se llevaron la vida del italiano de apenas 23 años.
Volviendo al 30 de Abril de 1994, la noticia del fallecimiento de Ronald impactó fuerte entre los pilotos, especialmente en Ayrton Senna, quien fue informado por el Dr. Sid Watkins (médico de la F1 desde 1978 a 2004). El famoso neurocirujano dice en su libro “Beyond the limits” que tras darle la noticia al brasileño le dijo que no corriera al día siguiente, y que el lunes se fueran juntos a pescar…
Ayrton le dijo que no podía dejar de correr y un día después moría. Los detalles Ud. los conoce, pero quizás no el de que el brasileño llevaba en su habitáculo una bandera austríaca con la que en caso de ganar, homenajearía -haciéndola flamear- a Ratzemberger, para muchos -y me incluyo- protagonista del prólogo del fin del mejor piloto en la historia de la F1.