El presidente de EE.UU., Donald Trump, y los directivos de los tres principales fabricantes de automóviles del país, General Motors (GM), Ford y Fiat Chrysler (FCA), hicieron las paces aparentemente tras la reunión que mantuvieron ayer en la Casa Blanca.
Tras la reunión, que duró menos de una hora, el presidente de Ford, Mark Fields, que asumió el papel de portavoz del grupo, declaró que el sector estadounidense del automóvil apoya las medidas que Trump ha adelantado en los primeros días de su gobierno: “Estamos muy animados por el presidente y las políticas que está adelantando”
Pero tras la reunión, las principales incógnitas sobre los planes de Trump para el sector del automóvil, como la amenaza de imponer aranceles aduaneros del 35 % a los vehículos que fabrican en México y son importados desde el vecino del sur, siguen sin respuesta.
A pesar de que Trump anunció al inicio de la reunión con los fabricantes que reducirá las regulaciones para facilitar el establecimiento de plantas de producción en EE.UU., el presidente del grupo Fiat Chrysler (FCA), Sergio Marchionne, reconoció luego que el mandatario no ofreció detalles sobre sus políticas.
Sin embargo, Fields, quien en las últimas semanas ha pasado de ser el principal objetivo de los ataques de Trump a uno de sus más vocales defensores tras la decisión de Ford de sacrificar la construcción de una planta de montaje en México, fue más allá y alabó el “valor” del presidente estadounidense.
“Me gustaría destacar la decisión del presidente de ayer de retirarse del TPP. Hemos sido muy claros como industria y como compañía, y en muchas ocasiones hemos dicho que la madre de todas las barreras es la manipulación de divisas. Y TPP no se enfrentó a eso de forma significativa”, continuó Fields.
“Apreciamos el valor del presidente en retirarse de un mal acuerdo comercial. Como sector, estamos entusiasmados de trabajar juntos, con el presidente y su Administración, en políticas fiscales, en regulaciones y comercio para crear el renacimiento de la industria manufacturera estadounidense”, terminó declarando.
Los principales responsables de GM, Mary Barra, y FCA, Sergio Marchionne, se mostraron más comedidos a la hora de aprobar las decisiones de Trump.
Incluso Marchionne bromeó frente los micrófonos tras la declaración de Fields, que el presidente de Ford había dicho “todo”.
Barra, cuya compañía también ha sido criticada y amenazada por Trump con elevados aranceles aduaneros en aquellos productos que importa desde México, afirmó que la colaboración del sector con la Administración Trump supone “una enorme oportunidad” para “mejorar el ambiente, la seguridad, la creación de empleos y la competitividad del sector manufacturero”.
Posteriormente, GM emitió un comunicado en el que Barra añadió que mantuvieron “una discusión muy constructiva y amplia“sobre cómo pueden trabajar juntos en políticas que apoyen “una economía y sector del automóvil fuertes y competitivos, y que apoya el medio ambiente y la seguridad”.
Y Marchionne, a través de un comunicado, dijo apreciar “el enfoque del presidente de hacer que Estados Unidos sea un gran lugar para hacer negocios”.
“Esperamos trabajar con el presidente Trump y miembros del Congreso para fortalecer el sector manufacturero estadounidense“, añadió Marchionne.
Antes de que se iniciara oficialmente la reunión, y frente a las cámaras de televisión y los directivos del sector, Trump quiso rebajar el nivel de enfrentamiento que ha creado con las empresas automotrices por su producción en México al declarar que no se había ensañado con ellas.
“Estamos dando un gran empujón para que se construyan en Estados Unidos plantas de montaje, y otras fábricas -Mary te lo prometo, no están siendo señalados- de muchos productos”, declaró Trump dirigiéndose a Mary Barra.
Trump añadió que están “trayendo de vuelta a Estados Unidos a lo grande el sector manufacturero”.
“Estamos reduciendo los impuestos de forma sustancial y estamos reduciendo regulaciones innecesarias”, agregó.
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