A sus 26 años, el turinés 26 es el tercer piloto en la era moderna del MotoGP que defiende con éxito su corona, un hito tan solo al alcance de dos de las mayores leyendas del Campeonato, Marc Márquez y Valentino Rossi.
El número uno de Ducati se proclamó campeón del mundo de la categoría reina por segundo año consecutivo este domingo ganando el GP de Valencia. Le bastó ir a su ritmo y aprovechar los errores de sus rivales. Ya en la sexta vuelta se se vió ganador, cuando Jorge Martín impactó con la parte trasera de la moto de Marc Márquez y puso fin a su sueño de ganar el título.
En la primera temporada en 75 años de historia con doble dosis de carreras los fines de semana, Pecco demostró una vez más ser el más inteligente y reposado del ejército de Ducati, la marca de Bolonia, gran dominadora del Campeonato. “Estoy muy feliz, porque no era necesario, pero siempre soñé con ganar ganando”, celebró.
El flamante campeón apenas se inmutó ante el juego psicológico de Martín, el aspirante español que le ha acosado hasta la última prueba con una “Ducati satélite”. Bagnaia se limitó a cumplir con su plan de trabajo a lo largo del fin de semana. El título lo dejó prácticamente atado a su manillar cuando consiguió el sábado una segunda posición con buen sabor en la clasificación, aunque el madrileño luego logró responderle con una victoria en la ‘Sprint’ para prolongar su lucha hasta su caída en la carrera que ha dado por terminado un espectacular Mundial.
Martín, del equipo Pramac, a sus 25 años, fue gran animador de este segundo tramo del Mundial, acariciando la gesta a pesar de que todo se le puso en contra. Las matemáticas eran complicadas por mucho que él insistiera. El golpe definitivo, que llegó poco después de un intento de sobrepaso al límite en la tercera vuelta, provocó además el final más amargo para la despedida de Marac Márquez de Honda, pues el ocho veces campeón del mundo salió disparado en el incidente con el aspirante y fue trasladado al centro médico dolorido tras impactar de cabeza contra el pedregullo. “Así son las carreras, se estaba jugando el título y no le voy a achacar nada. Ha sido optimista, y venía caliente de Maverick”, apuntó el catalán, que pudo volver al box caminando.
Martín llegó al suyo cabizbajo y tardó un buen rato en quitarse el casco, escondiendo las lágrimas entre los abrazos de todo su equipo y los jefes de Ducati. “Siento felicidad, porque después del momento duro agradezco el equipo que tengo y la gente a mi alrededor. Les he prometido que seremos campeones”, apuntó. Su idea es continuar con la estructura actual a pesar de la posibilidad de subir a la oficial.
El circuido de Cheste, con 93.000 aficionados en las gradas, vibró con la final del campeonato, uno de los más apretados de la historia, resuelto por tan solo 39 puntos tras 20 grandes premios y 39 carreras disputadas. A pesar de la pronta resolución del título, la prueba dejó varias acciones al límite y cambios de guión inesperados. Cuando iban en cabeza, las KTM de Brad Binder y Jack Miller cometieron errores consecutivos y entregaron en bandeja la victoria al Campeón del Mundo, acompañado por otras dos Ducati, las de Fabio DiGiannantonio y Johann Zarco, en el podio. Una sanción dos horas después de la prueba le quitó la segunda plaza al de Gresini y le devolvió el puesto a Binder.
Dicen en su box que Bagnaia contagia su tranquilidad imperturbable a toda la estructura. “Nunca pierde los nervios, es más cabeza que corazón, es muy analítico, pero no frío, simplemente sereno”.
El tricampeón del mundo celebró su título como si fuera una estrella de la NBA. Hizo una volcada sobre la pista y se puso tres anillos, uno por cada título mundialista en su historial (dos en MotoGP y uno en Moto2).
Una de las personas que mejor conoce la evolución y los méritos de Bagnaia es Cristian Gabarrini, su jefe técnico desde que subió como campeón de Moto2 a la categoría reina en 2019. “Cuando empezó con nosotros, lo que más le costaba era frenar fuerte y la gestión del neumático trasero. Ahora mismo, estos son dos de sus puntos fuertes. En general es muy bueno gestionando y analizando las carreras mientras compite”.
El título de Bagnaia llega después de un año en que ha sido capaz de subir al podio en todos los grandes premios en los que no ha caído. “Es curioso. Para mí, la clave del año, su consistencia, ha sido también su punto más débil. Ha tenido ciertos momentos de inconsistencia, pero si te fijas, tenemos cinco ceros y el resto han sido podios”, subrayó el técnico, que en el pasado trabajó con Casey Stoner y Marc Márquez. En total, Bagnaia ha ganado siete carreras largas y acumulado 15 podios en 20 grandes premios, además de llevarse cuatro ‘sprints’ y 13 podios los sábados. En su férrea defensa, ha sabido responder siempre a las victorias de Martín en el nuevo formato (9), o bien minimizando los daños, o bien llevándose más puntos en el cómputo global del gran premio.
“Ha sido una temporada muy difícil, especialmente desde Barcelona, que fue un golpe muy duro. Desde entonces me costó mucho encontrar la velocidad los sábados”, reconoció. “Hoy vamos a celebrarlo todos, que nos lo merecemos. Estoy muy, muy feliz, porque este año ha sido más difícil que el pasado”, añadíó. El turinés, muy reservado y poco interesado en la fama, ha dicho que este título le permitirá vivir un invierno relajado junto a Domizia, su prometida. En Pesaro lleva una vida tranquila y se encarga de hacer las compras y cocinar en casa. La mayor alegría de su vida le llegará en julio de 2024, cuando tiene programada su boda.
El éxito de Bagnaia reside en su carácter campechano y su rutina, imperturbable desde su llegada a la academia VR46, la cuna de los campeones italianos ideada por Valentino. Allí sigue entrenándose en el día a día junto a los mejores talentos del país, que tienen en él a su nuevo referente e ídolo, una condición que no necesita ni le preocupa.